Me estás matando. No me ves. No me sentís. No te enteras. Me estás metiendo la mano en el centro de la herida. Revolves. Agotas mi cuota de dolor. Vas apareciendo de a poco, como si gozaras de mi agonía. (Si apareces que sea para quererme). ¡Aparece y quereme! No dejo de gritarte y no escuchas.
Alguien me trae tu nombre. Lo devoro. Me sabe dulce, con esa pizca de desamor que lo compone. La sobremesa de tu nombre me tortura. Sé de tu inocencia. El dolor no cesa. ¡Aparece y anestesiame!
Rostros sin sufrimiento me azotan con tu recuerdo. Yo no uso mascaras como ellos, como vos. El cuerpo enfermo no miente y yo padezco de vos. ¡Aparece y saname!
Yo no sé nada de ciencias, pero sé que el corazón me late triste y cansado. (si no sirve para amar, no sirve para nada. Ni siquiera para mantenerme viva). Cuanta gente que viene por mí y ninguno sos vos. (si apareces que sea para siempre). Aparece y quédate.
Esbozos literarios
Escribo. Escribo con el anhelo de que alguien lea más que las palabras plasmadas. Es como el deseo de que me desnuden del alma para afuera, para derribar mi ego. Que quien me lea, traspase mi fortaleza, el refugio de las palabras. Que me despoje de mi coraza y me inserte en la tierna timidez, en la baja guardia de la desnudez, de la desnudez de palabras.
martes, 26 de abril de 2016
domingo, 6 de marzo de 2016
El comienzo del recomienzo
Los días siguientes me los pasé durmiendo; cuando no hacía
eso lloraba hasta quedarme dormida otra vez. A la semana ya comencé a
levantarme temprano y de a poco me reincorporé a mis hábitos. Una mañana me di
esperanzas: dejé la coraza en la mesita de luz y de ahí en más salí todos los
días de casa amándolo. En el trayecto diario me dispuse a encontrarlo. Me
dediqué a esa rutina fundamental de buscarlo, pensando que estaba limpia de él
– y él puro de mí – y estábamos listos para el comienzo del recomienzo. Me
encontraba tan vacía que nos imaginaba a ambos deseosos de volver a llenarnos
de nosotros.
Ese anhelo absurdo de un encuentro que nunca se daba se
transcurrió sin tiempo, sin espacio, sin sensatez. De un momento a otro, me
golpeó la realidad y entendí que no era el amor ni la esperanza lo que me
movía, sino el dolor y la desazón. Era otra tarde en la que vivía no por mí,
sino por él cuando asumí que la vida podría cruzarnos mil veces pero ya no
coincidiríamos nunca más; que él, tal cual lo conocí, no volvería jamás. Era
otra tarde en la que respiraba soledades, cuando entendí que el amor mantiene
de pie al más débil, y el amor propio me invitó a salir.
jueves, 4 de febrero de 2016
Llegá pronto, por favor
Mi amor, hoy supe que sos un varoncito. Ya te imagino tan
hermoso como tu papá y tu abuelo, un negrito de pelo bien enrulado. Hoy te vi, mi amor, y me pareciste lo más
precioso del planeta. Sos muy chiquito,
apenas 900 gramos. Todavía no tenes un
nombre definido, llevo meses esperándote y amándote y solo me sale decirte mi
amor. Te llamo así desde el preciso momento en que supe de vos.
Te estoy esperando con ansias. Tengo tanto amor y todo
destinado para vos. Somos muchos, en realidad, los que estamos tachando los
días del calendario. Vas a nacer pronto. Vas a nacer, vas a burlarte de todo pronóstico,
vas a traer vida y alegría a la familia. Hablando de eso, te va a recibir una
familia destartalada pero te vas a encontrar con muchos brazos abiertos. No te
preocupes cuando nos veas llorar; es la alegría, es el miedo, la inexperiencia
y el sinfín de sensaciones que nos vas a hacer conocer.
Tu papá es muy joven, tenele mucha paciencia. Desde ya, te
va a hacer hincha de central. A tu mamá todavía no la conozco, así de descocida
es la familia, pero sé que es una mujer muy fuerte. Tu abuelo está loco, entre
tantas otras razones, por conocerte. Tíos, vas a tener a montones, de sangre y
del corazón; prepárate para los besos y las voces distorsionadas para hacerte
reír. De mí, ¿qué contarte? Ni siquiera puedo explicarte este amor que se me
debe escapar por los poros para no hacerme estallar. Yo me quedaría abrazada a
la panza de tu mamá los meses que quedan hasta tu nacimiento si eso me asegurara
que vos estés bien.
Vos vas a venir a unirme todos los pedacitos rotos del corazón.
A desafiar la suerte de esta familia. Venís para vivir, para colmarnos de amor,
de ese que nos vimos obligados a encajonar pero no lo hicimos y ahora vuelve
con más fuerzas. Venís para enseñarnos mil cosas, para hacernos emocionar, para
darnos esperanza. Sos la prueba de que la vida siempre se hace lugar, se abre
paso entre tanta pena e incertidumbre. Sos un motivo más, el más hermoso de
todos, para querer despertarnos y progresar.
Mis suspiros, ya son todos para vos, mi amor. Te espero. Llegá
pronto, por favor.
viernes, 29 de enero de 2016
... Mucho
Te extraño miles de hojas destinadas a ponderarte. Te extraño
cientos de besos contenidos en los labios. Te extraño decenas de cafés enfriados
de melancolía por pensarte. Te extraño una imagen fija de mi puerta esperando
tu regreso. Te extraño…
lunes, 4 de enero de 2016
Advertencia al lector
Los escritos que en este blog se exponen, expresan los
alborozos y agobios imperantes de una mente inquieta e inestable. La autora se referirá
a este vuelco de sinceridad literaria
como esbozos literarios. Todos los textos fueron escritos en un estado de abstracción
absoluta, entiéndase la falta de estatutos y pudores. La autora no asume
responsabilidades de herir y/o perturbar sensibilidades.
El lector puede abandonar la lectura cuando lo desee o lo
crea conveniente; pudiendo también retomarla sin indicación ni consulta previa
como remedio al insomnio, stress, desamor, falta de motivaciones, depresión y/o
soledad (reacciones adversas al dorso). Cualquier semejanza con la realidad, es
pura experiencia intima de la autora y/o paralelismo existencial entre la misma
y el/los lector/es.
En caso de emergencia, apague el dispositivo desde donde lee
estas líneas y diríjase a su ser querido más cercano. Por dudas o consultas,
escuché a su corazón. Si tiene dificultades para comunicarse con él, se recomienda
leer un poema al azar de Benedetti. Para mejores resultados, complementar con
un poema de un autor que no conozca (la curiosidad es un síntoma que empeora o
persiste).
Lectura libre – Compatible con otras lecturas.
miércoles, 21 de octubre de 2015
Confesión de apagón
Mi miedo es despertarme mañana, pasado o quizás en medio de
esta noche y asumir que te quiero, que no puedo prescindir de vos, que esta
situación ya no tiene retorno. Porque entonces tendré que cargar mi amor en mi
espalda, a sabiendas de que no es correspondido. Cargar mi amor, que es
inmenso, inocente y ciego, ir con él a cuestas tropezándome, topándome con
puertas cerradas, con brazos cerrados, con miradas esquivas.
Mi miedo es que ya no pueda negarme este querer, que a paso
lento pero firme fue gestando una revolución en todo mi ser; que ya no pueda
retractarme y dejar de mirarte o buscarte; que ya no pueda deslindarme de tu
sonrisa. Te juro que muero de miedo de asumir que te quiero más de lo que vos
estás dispuesto a permitirte. Porque con
ello, viene la pena de que vos no me queres.
Mi miedo es estar segura de quererte y de que no me vas a
dar lugar a dejarte querer. Mi miedo es que me quede atrapada y sofocada entre
tanto amor dentro de mí que no puede salir. Mi miedo es reprimir a conciencia
el impulso de mi abrazo sincero, de mi beso inescrupuloso.
Porque si no se expande ese amor y se guarda en un rincón
del alma, se convierte en amargura y desgano. La pena lo va carcomiendo y es
ahí cuando uno envejece, se le arruga el alma. Mi miedo es tener que obligarme
a olvidarte, con la convicción de que es imposible. Mi miedo, mi amor, es tener
que morderme la lengua para no decirte nada de lo que pueda escribir. Mi miedo
es luchar con lo que siento, porque eso sería vivir perdiendo.
lunes, 21 de septiembre de 2015
Besos
Sé de muchos de los besos que regalaste, antes de recibir
los míos. En buena hora te regalé mi beso inicial, porque fue perfecto, con la
medida justa de besos previos, besos ajenos. Sé de muchos de los labios que te
sonrieron, entre beso y beso, antes de que yo te sonriera como nunca sonreí,
luego de llenarme de tu beso.
Hace poco –hace tanto- que no llega más tu boca hacía la
mía, que nuestros labios no se recorren mutuamente. Bienaventuradas las mujeres
que besan tu boca ahora. Y bienaventurada yo, que pasé por ella, y como aún
queda tu beso en mí (en mi boca, en mi cuerpo), confío en que en ella queda
algo de mí. Por la experiencia de nuestros besos no me arrepiento de nada, por
la desilusión de ya no tenerlos, me reservó la melancolía para explayarme en
otra ocasión.
Me niego a decir que te extraño, que te quiero, y sabe Dios
cuantas melancólicas verdades más. Me las guardo, me las escondo, hasta
perderlas, o eso espero; perderlas por un tiempo, hasta que ya no duelan tanto.
Sin embargo, a esta altura de mis besos, ya me puedo asegurar que jamás voy a
besar con tanto anhelo, tanta sed de alguien, como te he besado a vos.
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